HIPOCRESÍA

El ser humano, amante de la calamidad y el sadismo desde tiempos inmemoriables, que encuentra cobijo tras los argumentos del siglo XIX, estando en el siglo XXI. Ese ser, que no entiende, que todo animal tiene que merecer muerte digna, como cualquiera. Que no es capaz de ponerse en la piel de los otros, cerrando sus ojos para no ver la crueldad que esta cometiendo. Que bello ese león, asesinado para el regocijo de un cretino. Cazador, lo llaman, habil y cobarde, escondido tras su un rifle, solo por colgar un trofeo en su pared, dejando a una familia sin padre, a merced de la naturaleza. 
Que fantasmas aquellos que levantan sus manos con las orejas del triste y solitario toro. Intrépido se cree, oculto tras sus novilleros, con la unica faena de pasear al desangrado animal por la jaula llamada plaza. Entre los vitores del público simple y memo. Harto de correr en círculos, sin encontrar un lugar por el cual escapar, baja su cabeza y acepta su penitencia, sin saber por qué, le toca ser merecedor de un castigo. 
Que valiente ese perro, que proteje a su dueño de un disparo, que antepone su vida a lo que mas quiere, y que ganas tiene de vivir, tras ser abandonado en un hospital, a merced de la muerte, que intenta abrazarlo y llevarlo. 
Que tarada esa gente, que murmura preocupación a sus vecinos más cercanos, porque el que vive al lado tiene un perro, temido por las habladurías que le tildan de ser peligroso. Pobre perro, que la única educación que ha recibido es a palos, obligado a enseñar los deintes a lo desconocodido, obligado a esconderse del maltrato humano.
Pobres los conejos y los zorros, sacados de sus madrigueras para que las zorras humanas y sus fieles maridos, puedan hacer que se sientan astutas, por ser abrigadas por la piel que les hace creer ser más bellas. Pobres incredulos, no saben que la belleza no se compra.
Pobres los osos, que yacen famelicos encima de un trozo de hielo, alejandose poco a poco de sus casas, o lo que quedaban de ellas, pues aquellas extensiones heladas, ahora solo es oceano extenso. 
Pobre de las tortugas, que se encuentran con su destino metidas en unas anillas de plástico, dejandose llevar por el mal hasta que acaban olvidadas en el fondo.

Post publicado originalmente en megustaescribir.com/autor/9065/dune-ayane


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