MI ÚLTIMO QUERER
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Historia republicada en otras redes sociales literarias. |
Oscar caminaba por las calles mojadas hasta que se fijo en una parada de autobús. Sus ojos se iluminaron. Por fin algo con lo que resguardarse. Pensó que no había nadie, pero vio a alguien sentado. Era una chica, se tapaba la cara con sus manos mientras sollozaba:
-¿Estás bien? –Preguntó Oscar- ¿Te duele algo?
Ella reveló su rostro. Se sorbió los mocos y este se vio sorprendido. Le preguntó por el motivo de su gran pena y esta dijo que su cara estaba así por la lluvia. Se intentaba secar sus lágrimas. Oscar sonrió y dijo:
-No me lo creo, no creo que seas alérgica al ozono –Se rió-
Al ver que no le había conseguido arrancar una sonrisa con su broma, decidió hacer lo que mejor sabía. Bailar. Conectó su móvil y una música melódica empezó a sonar. La muchacha abrió sus ojos y este al ver su reacción, se sintió realizado. Danzó con más energía, llamando la atención de todo el mundo. Ella dejó de llorar y solamente tuvo las ganas de aplaudir, este se paró y jadeó un poco. Estornudó y sacudió su cabeza por la fuerza con la que lo había hecho. La chica le señaló y este la miró, se señaló a si misma apuntando hacia su nariz. Este palpó su cara al darse cuenta de que sus mocos se habían salido. Se giró avergonzado y dijo que no tenía pañuelos, ella se levantó y le prestó uno:
-Me gusta la canción ¿De quién es?
-No te lo diré hasta que no me digas tu nombre –Dijo mientras se tapaba la nariz con el pañuelo- ¿No te importe que lo utilice?
-No temas, pronto dejaré de utilizarlo…
Oscar se lo agradeció y antes de que se lo guardase, se fijó en una mancha roja. No quiso darle importancia. Extendió su mano y ella se la agarró:
-Me llamo Linda –Dijo mientras movían su mano al unísono-
A Oscar le gustó su nombre y le entregó un panfleto. Le explicó que se trataba de una convención de baile que se celebraba cada año y que allí bailaría aquella danza que le mostró, acabó con un “Eres afortunada, nadie la ha visto aun”:
-Bueno, eso de que no lo haya visto nadie más… -Giró a su alrededor mostrando a toda la gente-
Él sonrió y empezaron a alagarle, él agradeció por el apoyo y dijo que todo el mundo estaba invitado.
Era el día de la convención, la gente se agolpaba en la entrada del gran polideportivo. Linda entró. Todo estaba decorado conforme cada estilo que se iba a bailar allí. Se había montado un pequeño catering en una de las esquinas. Alguien se dirigió lentamente hacia ella y le asustó. Esta se giró y le descubrió. Era él. Su corazón empezó a latir y este dijo:
-Gracias por venir, nunca creí que lo harías, no estoy acostumbrado a que la gente confíe en mi –Se rió para quitarle importancia al asunto- ¡Muchas gracias!
Oscar se alejó mientras se despedía de ella y entró en una puerta donde ponía “Vestuarios”. Linda se llevó la mano a su pecho, ella notó que estaba sintiendo algo egoísta. Su corazón empezó a doler. La sala se oscureció.
Un foco de luz solo le enfocaba a él y la canción que empezó a sonar, la reconoció. Empezó moverse al son de la melodía. La canción aumentaba su ritmo y él se ajustaba como sin ninguna dificultad. Linda, sin ninguna razón aparente, empezaba a sentirse triste. Los sentimientos que había notado anteriormente, le preocupaban. El caparazón diseñado minuciosamente, se estaba rompiendo. La canción iba tomando su final. Oscar miraba frenético al público, en busca de lo que él anhelaba y la encontró. Dedicó una sonrisa y dio una gran vuelta en el aire para terminar en el suelo y dirigirse hacia el gran final. La gente se emocionaba y aplaudía antes de tiempo. Los últimos segundos de canción, solamente fueron aplausos y vítores.
Linda esperaba a las afueras, deseaba que Oscar saliese. La puerta de cristal se abrió:
-¿Linda? ¿Aun no te marchaste?
-Puedo pedirte un favor… -Dijo mientras le daba una carta- no la abras hasta que no llegues a casa, te lo pido por favor…
-Vale, no lo haré –Dijo preocupado- ¿A qué viene tanto secretismo?
-No sigas preguntando –Dijo mientras bajaba por las escaleras
Oscar miró la carta por última vez y se la guardó en la bandolera. Bajó los peldaños de dos en dos, tentando a la muerte y se puso delante de ella. Sus miradas se cruzaron de nuevo, haciendo que ambos se pusieran rojos como tomates. Linda le dijo que le había advertido de que no siguiese preguntando, arrepentido, la dejó ir.
Abrió la carta y apareció una servilleta. Era del catering encargado del evento. Este no supo porque le hizo tanta gracia aquello. Lo que estaba escrito por la parte de detrás, estaba titulado “10 cosas que hacer antes de morir”. Le pareció algo extraño. Las leyó pero solamente eran nueve. Levantó su ceja. ¿Acaso era una quinceañera? No sabía porque le había dado eso, abajo del todo había apuntado una cuenta de e-mail y un “Sé que querrás mi numero, pero me siento muy avergonzada”. Se dirigió hacia el ordenador y empezó a redactar, en primer lugar, copió todas las opciones.
“Ha recibido un nuevo e-mail”. Un sobre se movía por el escritorio mientras Linda se tapaba la cara con un cojín. Se sentía un poco mareada pero al ver que no reconocía la dirección de e-mail, le entró la curiosidad. Lo abrió y al acabar de leerlo, rió como nunca lo había hecho. Su madre se sorprendió y entreabrió un poco la puerta para ver lo que ocurría. Ver a su hija sonreír así le hizo conmoverse hasta llorar. Linda se dio cuenta de ello y gritó. Su madre pidió perdón y cerró la puerta. Se apoyó de espaldas contra esta y empezó a llorar. No eran lágrimas de tristeza, eran de felicidad.
Oscar esperaba a las afueras de un instituto. Deseó no haberse equivocado, pero la dirección del e-mail es lo que ponía. Deseó que fuese una profesora o algo. El tenía 20 años ¿Tan joven era ella? Ella apareció entre la multitud. Este la vio y antes de que saludará, dijo:
-Dime que eres una profesora, por favor… no quiero ir a la cárcel.
-¡¿A la cárcel por qué?! –Dijo esta- ¡¿Qué ideas tenías en la cabeza?!
Levantó sus manos para pegarle pero él la paro. Quería saber su edad. Linda bajó las manos y dijo que iba a segundo de bachiller. Se sintió aliviado:
-¡¿Por qué te tranquilizas?!
Linda empezó a apalearlo mientras él intentaba parar los golpes.
Este mostró la lista. Ella le pidió que dijese lo que tuviese que decir, estaba preparada para que se riese de ella, pero él no lo hizo. Llamó al camarero y pidió dos cervezas. Ella le miró, sus mejillas empezaron a sonrosarse. Nunca pensó que él se lo iba a coger enserio. “Empezaremos con la primera, beber por primera vez”. Linda miró la jarra fría con desconfianza, acercó su nariz con desconfianza:
-¿No hay algo más dulce que esto? –Dijo- Él olor de la cerveza me revuelve
-La opción 6 dice, no ser ejemplar –Se rascó la barbilla- podemos salir de fiesta y unir estas dos opciones, allí seguro que habrán cosas dulces con alcohol.
Linda aceptó aquello y apartó la jarra de su vista. Oscar no la iba a desperdiciar, así que se bebió las dos. Sacó su teléfono del bolsillo y empezó a filmar. Ella se puso el pelo en toda la cara y dijo que parase:
-¿Por qué? Creí que la opción tres decía que querías hacer una película casera.
-Pero no estoy guapa…
Oscar le dio una patadita por debajo de la mesa en la espinilla. Ella al quejarse de dolor, se descuidó y su pelo se deslizó hasta descubrir su cara. Ambos se miraron a los ojos y Linda empezó a enfadarse. Cuando explotó, Oscar no lo pudo remediar y empezó a reírse tan fuerte que toda la gente del bar le miraba con cara de pocos amigos. Cuando se dio cuenta, empezó a pedir perdón, pero era irremediable no poder parar de reír.
Era de noche. Ambos hacían cola en la entrada de un pub muy conocido de su ciudad. Los porteros pedían los DNI, ambos se miraron y los dieron. Uno de los porteros dijo:
-Hay descuentos por entrar en pareja…
Linda interrumpió, ambos no tenían ese tipo de relación, pero Oscar la tomó por el hombro y la acercó a él. Le pidió que disimulase, que aquello sería inolvidable y entraron.
Oscar pidió 4 chupitos y una botella de tequila. La pagó en el momento, no sabía cuando perdería el juicio. Linda iba lo suficientemente mareada, ya no distinguía lo dulce de lo salado. Le dio la sal y el limón mientras ella movía sus manos. Lo tomó. Oscar sacó la cámara. Se descuidó y se le olvidó explicar cómo iba la cosa, los ojos rojos de Linda le hizo ver que se lo había tomado de forma equivocada. Empezó a correr hasta los baños al son de un “Arde, ardeeeeeee…”. Él la seguía con la cámara.
Caminaban por el paseo de al lado de la playa. Ella no quería ser ayudada por nadie. Se tambaleaba de lado a lado. Vio que se iba a caer asi que la tomó de la mano y esta recobró el equilibrio. Ella se giró y le golpeó sin fuerza:
-Te dije que no quería que me ayudaras…
Oscar miró la lista que acababa de sacar de su bolsillo y tachó la primera opción, seguida de la sexta. Se fijo en otra. La cuarta era hacer novillos. Él le explico que con la resaca sería incapaz de ir a clase. Esta se disculpó un momento y se apartó para vomitar. Cuando recobró su ser, manifestó que aquello sería una buena opción, pero que se iba a quedar en su casa:
-¡Ni de coña! –Dijo este- ¡No!
-Pues hagamos una acampada "low cost"… también está por ahí… quedémonos en un banco hasta que amanezca.
Oscar sacó la cámara y empezó a decir “Esta es Linda después de una noche loca, mañana hará novillos por primera vez y quiere hacer una acampada low cost, pero aquí el menda se niega. Iremos a mi casa, perderá su virginidad por primera vez”. La apagó y al ver la expresión avergonzada de Linda, se llevó la mano a su boca, estaba a punto de explotar. Esta se giró y siguió el camino. Este le dijo que no se enfadase, que era broma.
El reloj empezó a sonar. Oscar empezó a maldecir a todos los muertos de su familia. No se había acordado de apagarlo. Linda estaba sentada en la cama mientras se tapaba con una sabana. Estaba ligeramente traumatizada. Este no se había dado cuenta hasta que se levantó y se mostró en calzoncillos. Linda dejó la sabana y se tapó la cara tímidamente. No podía creer que había ocurrido:
-¿Qué ocurre? –Dijo Oscar- -No me digas que hemos hecho esto…
Oscar hizo una sonrisa picarona y decidió jugar un poco:
-No me acuerdo –Mintió-
Linda cogió un cojín y se lo tiró para que se marchase de allí. Quería vestirse y no ser vista por él. “Si ya te he visto todo lo que tenía que ver” Bromeó. Ella empezó a insultarlo mientras seguía tirando todo lo que estaba a su alcance. Oscar corría hacia la entrada gritando que era injusto, que era su habitación y fue decisión de ella venir. Cuando esta terminó de vestirse, salió y se asomó tras la puerta. Oscar estaba apoyado contra esta. Ella portaba un cojín en su mano y se lo estampó en las partes de Oscar para que se tapase. Este se disculpó y entro.
Linda estaba sentada en el porche de casa de Oscar, expectante de que él le dijese las cosas que faltaban por realizar:
-Hemos hecho 3 y una está en proceso
-Más bien 2, pero no importa, no preguntes –Dijo esta mientras miraba hacia otro lado- vayamos de acampada.
Oscar conducía su “Pick up” hacia las montañas. Linda iba en la parte de detrás mientras respiraba el aire puro. Cuando pararon, ella se fue corriendo entre los árboles. Este se sentía como su padre cuando le decía que no se alejase de allí. Descargó todo de la furgoneta y empezó a preparar todo para el fin de semana.
Ambos estaban alrededor del fuego mientras contaban historias de miedo y se sentían como si fuesen niños. Algo se movió detrás del arbusto que había y se apegó a él. Este la abrazó y se quedaron así durante un corto tiempo. Hacía demasiado frío como para separarse. Linda volvió a sentirse egoísta, pero no importó, sabía que no volvería a vivir nada como eso.
Oscar se despertó en la noche. Decidió ir a la tienda de campaña de su amiga, pero ella no estaba allí. Este tomó la linterna y se adentró en el bosque gritando su nombre. Divisó un cuerpo al lado de un lago y deseó que no fuese ella, pero no rezó lo suficiente. Empezó a zarandearla para que esta despertase, pero no lo hacía, la tomó y se dirigió hacia la furgoneta.
Los padres se acercaron hasta donde estaba Oscar y le manifestaron que no se preocupase, que ella estaba bien, que era “normal”. Él doctor salió y les dijo que podían entrar a verla ya. Su marido iba a entrar, pero su mujer lo paró y negó con la cabeza. Oscar, ya adentro, se sentó al lado de la camilla y sonrió:
-Perdón por asustarte –Dijo esta- ha sido el cansancio…
-No tienes porqué dar explicaciones… -Dijo este- lo importante es que has hecho otro de tus propósitos…
Ella dijo de no haberlo saboreado lo suficiente, pero este dijo que tendrían más días “Sí, mas días…” dijo ella. Este se giró preguntando por si había dicho algo, pero esta negó.
Linda se sentía avergonzada al llevar toda esa ropa tan ajustada, o eso creía ella. Oscar solo hacía que llamarla para que saliese de su escondrijo, pero ella no se atrevía. Este fue y la tomó de la mano. Puso la música e hizo unos cuantos pasos para que le imitase. Esta lo intentó. Oscar no lo vio bien, pero entendió que era su primera vez. Poco a poco iban añadiendo cosas y el progreso de ella era brutal. Oscar se sentía orgulloso de ser un buen profesor. Cogió la lista y señaló tres propósitos:
-Cinco, hacer el tonto el público, siente, aprender a bailar y ocho, podemos quitárnoslos de encima de un plumazo –Dijo este emocionado- Pero eso sí, con muchísimo más esfuerzo del que has puesto hoy.
Oscar la felicito por el esfuerzo y Lidia enmudeció al recibir tantos halagos. Sacó un cartel y explicó que necesitaba una pareja para su número de baile cómico, era perfecta la oportunidad. Esta dijo que se lo pensaría.
Tras una semana entrenando, tenían su número apunto. Linda se tiró en el suelo de parquet mientras intentaba recobrar la calma. Oscar no paraba de practicar delante del espejo mientras se mostraba muy feliz. A ella, esa expresión le calmaba, tanto el dolor físico como el sicológico. Le sacaba una sonrisa que nadie nunca supo sacar. Paró y ella le preguntó el porqué, el tenía algo en mente, venía con una gran sonrisa y se tumbó a su lado. Cuando lo dijo, ella empezó a negar rotundamente, no podía pensar en ello:
-¿Por qué no quieres invitar a tus padres a la función…?
Ella tomó sus cosas y sin dar una explicación alguna, se marchó.
El telón se abrió y la presentadora del evento hizo su aparición. Ambos estaban nerviosos mientras les anunciaban. Él tenía una gran sorpresa para ella. La gente empezó a aplaudir, era su momento de salir. Ambos, tomados de la mano, se desearon suerte. Salieron y la música empezó a sonar. El tango de Roxane, sonaba mientras ellos bailaban de una forma profesional y cómica. Los niños reinan y los padres sonreían al verlos. De repente, ella divisó a dos personas non gratas para ella y dejó de bailar conmocionada por aquello. Él seguía bailando. Ella se dio la vuelta y salió rápidamente de allí. Sus padres se levantaron de la butaca haciendo un gran sonido. Corrieron hacia el escenario. Oscar pidió perdón e indeciso, se metió adentro. La presentadora se disculpó de nuevo por el imprevisto. Este tomó a Lidia y le dijo:
-¿Por qué? ¿Por qué no querías que ellos no viniesen…?
-Nunca lo entenderías ¡Déjame!
Ella golpeó la mano de Oscar y desapareció entre la gente. Se encontró con los padres de ella, que tenían una expresión triste y desanimada. Estos se acercaron y dijeron:
-No es tu culpa, es la nuestra por querer ocultarle cosas…
Oscar quería seguir preguntando, pero eso de evadir interrogatorios venía de familia.
Tomaron sus rutinas y se dejaron de hablar, olvidando el gran tiempo que pasaban juntos. Oscar aun tenía la lista y Lidia seguía sin cumplir sus propósitos. Se acaba su tiempo. En casa, volvió a construir ese caparazón y sus padres no podían acceder a su corazón. A pesar de no ser culpables de lo que ocurría, aceptaban su penitencia como si de unos criminales se tratasen. Oscar, mientras escuchaba música en un portal musical famoso llamado "Spotify", vio como un anuncio saltaba delante de sus narices. Era la oportunidad perfecta. Se levantó golpeándose fuertemente en la estantería que tenía encima de su escritorio. Estuvo unos cuantos minutos deseando morir, pero cuando se le paso, clicó en el anuncio y copió el link. Abrió el email y lo envió. Esperaba respuesta, pero esta no llegaba. Pensó que se había precipitado en pedir perdón, pero la notificación le hizo emocionarse “Iré, pero no por ti, qué lo sepas”. Uno de los últimos propósitos de Linda se iba a cumplir, pero él nunca pensó que de verdad sería el último.
Divisó a Linda entre toda la gente. Parecía una “groupie”. Este se lo dijo y ella se molestó. Las cosas aun no estaban como para forzarlas. Él grupo salió al escenario y empezaron a cantar. Las canciones pasaban y él no podía parar de mirarla. Tenía que decir lo que sentía, este se acercó pero la canción favorita de Linda empezó a sonar y ella pidió que se callase. La batería de “We are Young” sonaba y su corazón empezaba a latir fuertemente. Aquello era amor y lo demás tonterías. No podía creer que había sido capaz de conseguir todo lo que se había propuesto. Empezó a llorar, no eran lagrimas de felicidad, se arrodilló en el suelo. Ese sí que era el final.
Días después del concierto, alguien llamó a la puerta de Oscar. Cuando la abrió, les vio allí, de pie. Los padres de Lidia, trajeados de negro. Portaban una caja en sus manos. Este pensó que había faltado un familiar allegado y dijo:
-Tendré que ir a darle el pésame a Lidia directamente ¿Se encuentra en casa...?
Ambos se miraron confundidos. A la madre empezó a temblarle el labio y dijo:
-Ella… no, no está –Dijo como pudo-
El padre se giró para aguantar la compostura, Oscar seguía sin entender lo que ocurría, así que sonrió y dijo:
-¿Dónde está esa cabeza hueca…? Quiero ir a verla…
El padre miró al cielo mientras lloraba. Ella les veía pero ellos no podían hacerlo. La madre respiró hondo. No entendía a que venía la reacción de Oscar:
-Ella ha fallecido.
Esas palabras se le clavaron en el pecho a Oscar. La madre le entregó la caja que tenía en su mano y dijo que la tomase fuertemente, que no la soltase, que allí estaba la última voluntad de su hija.
Oscar subía las escaleras hacia su habitación. Impactado. No se atrevía a abrir aquella caja. Lo que contenía seguro que no le iba a gustar. Al entrar en esta, descubrió su contenido. Era un disco. Se dirigió hacia su ordenador y chequeó por última vez su email. Nada nuevo. Era de esperar. Puso el disco y se escuchó como su ordenador empezaba a leerlo. Una pestaña saltó y de ella salió un vídeo. Todo lo que habían grabado mientras realizaban sus propósitos, estaba en aquella secuencia, con una voz de fondo, era la de Linda, explicando todo lo que había sentido en esos momentos y su gratitud hacia él, llegaba el final y su tono cambio, era un tono triste y pausado. A ella le costaba hablar al igual que Oscar escuchar. Oscar no podía parar de llorar mientras veía todo aquello:
-Sé que he sido egoísta, se que hice mal en no contarte esto, pero me hubiese sentido peor viéndote como contabas los días… no odiaba a mis padres por ser ellos, los odiaba porque me ocultaron mi final –Hizo un largo parón- ¿El numero 10? ¿De verdad lo quieres saber?
La secuencia pasó de vídeos a imágenes. En ellas solo salía él. Eran fotos tomadas a escondidas, que él nunca que él nunca supo de ellas, la voz volvió y dijo:
-¿Sabes cuál es mi objetivo número diez? –Dijo ella con una voz tranquila- Ese eres tú.
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