CAPÍTULO 14 - DIENTES DE LEONA
La luz de las farolas iba iluminando el paso. Julia conducía con tranquilidad, rumbo al hogar temporal de Pino. Esta se había relajado en el asiento de detrás, mientras tomaba un batido de chocolate que habían pedido en una tienda. Se lo acabó, haciendo los sonidos propios de cuando se termina, rompiendo el silencio del momento:
-¿Tienes sueño? -preguntó Julia mientras giraba por una calle-
Pino negó con la cabeza, el azúcar la activaba, así que daría unas cuantas vueltas. La inspectora aseguró que no tenía que preocuparse de nada, que las chicas estarían despiertas. Pino aseguró que eso no le transmitía confianza:
-No tienes nada de qué temer, no van a juzgarte.
Pino decidió no contestar. Julia retiró su mirada hacia el retrovisor. Un detalle le llamó la atención, un coche la llevaba siguiendo desde que salió del parking de la comisaría. Mantuvo la calma, ya que no quería alarmar a Pino:
-¿Quieres que le diga algo a tu madre de tu parte? -preguntó ella para cambiar de tema- debo ir a casa de tu tía a hacerle un par de preguntas.
-Me gustaría que terminase pronto todo esto -respondió ella- no quiero que mi madre sufra más, quiero aceptar las consecuencias.
Julia asintió, dijo que era un procedimiento normal, todo debía ser investigado, por lo tanto debería aguantar un poco más, pero que le daba su palabra de que no haría más difícil a su madre las cosas. Esta se tranquilizó y de repente notó que Julia estaba aminorando la velocidad:
-Es aquí, en esa puerta de ahí -señaló Julia- toma la llave y entra. Vengo enseguida, que tengo que aparcar el coche.
Pino la tomó con dudas, mirándola en la palma de su mano y agarrando la mochila con fuerza. Escucharon el claxon y Julia le dijo que se diese prisa, que los vecinos eran muy impacientes. Cerró la puerta y corrió para subir a la acera. Probó todas las llaves, hasta que escogió la correcta. Todo estaba oscuro, se echó la mochila a la espalda y la cerró con cuidado. Tragó saliva, no conocía el lugar y le daba vergüenza. Cuando dio unos simples pasos, se tropezó, tirando un par de botellas al suelo, que rodaron. Se quedó quieta, sin respirar, hasta que vio como la pantalla de un móvil se iluminaba. Una chica asiática, juntando más sus ojos, miraba la hora que era mientras refunfuñaba. Se sentó en el sofá y miró a su alrededor, descubriendo a Pino:
-¡¿Quién eres?! -gritó a Pino mientras se ponía las gafas- ¡Qué haces aquí dentro!
Todas se sobresaltaron, alguna se dio alguna que otra patada y todas acabaron descubriendo su presencia. Pino trató de responder, pero todas hacían tantas preguntas, que solo se callaron cuando escucharon el timbre. Pino abrió la puerta y Julia entró:
-¿A qué vienen estas voces a las 2 de la mañana? -cerró la puerta nada más entrar- ¿Estáis locas?
Todas se miraron entre sí y al ver el desorden, vieron la que se les iba a venir encima. Julia se fijó a su alrededor, habían montado una fiesta. Ella subió las escaleras, abriendo la puerta de su habitación, viendo que había alguien encima de su cama. Lo cogió del pescuezo, empujándolo fuera mientras lo seguía de cerca, bajando las escaleras:
-¡Qué dije sobre mi habitación! -se enfadó- ¡No sois conscientes de nada!
Nadwa pidió disculpas mientras se ponía bien su hijab. Julissa dijo que había sido ella, que había invitado a un par de amigos y la cosa se fue de madres, ya que la gente empezó a llamar a otros, hasta que todo se descontroló y pensaron que las cosas podrían controlarlas mejor. Mónica se quejó del dolor de cabeza y tomó la botella de whisky de encima de la mesa, pegó el último sorbo y la volvió a dejar encima:
-Me voy a dormir la mona -dijo dando una palmada en el hombro de Julia- encantada de conocerte, aunque no tenga ni puta idea de tu nombre.
Pino se quedó mirando, notando que no se llevaría muy bien con esa chica. La inspectora la tomó del brazo y negó con su cabeza, asegurando que ayudaría a limpiar todo ese estropicio. Miró a las demás y aseguró, que tanto ella como Pino dormirían, mientras ellas dejaban todo aquello como los chorros del agua. La acompañó escaleras arriba, pasando por los pisos, hasta que llegaron al último:
-Esta es tu habitación ¿Mola eh?
Pino asintió, dejando sus cosas en la cama que no iba a utilizar. Se sentó en la otra y notó que era bastante cómoda. Julia le mostró dónde tenía el baño, diciendo que tenía mucha suerte, ya que ellas dos eran las únicas con baño propio:
-¿Quién duerme en la misma planta que tú entonces? -preguntó con curiosidad-
-Esa habitación está reservada para una gran amiga mía -respondió- no sé si querrá volver a España, una larga historia.
Caminó hacia el cuarto de baño, encendiendo la luz. Le explicó las características y volvió a salir, dándose cuenta de que faltaba algo detrás de la estantería. Se quedó de piedra, haciendo que Pino quisiera saber que ocurría, pero decidió no responder, solo sonreir.
-¿Tienes sueño? -preguntó Julia mientras giraba por una calle-
Pino negó con la cabeza, el azúcar la activaba, así que daría unas cuantas vueltas. La inspectora aseguró que no tenía que preocuparse de nada, que las chicas estarían despiertas. Pino aseguró que eso no le transmitía confianza:
-No tienes nada de qué temer, no van a juzgarte.
Pino decidió no contestar. Julia retiró su mirada hacia el retrovisor. Un detalle le llamó la atención, un coche la llevaba siguiendo desde que salió del parking de la comisaría. Mantuvo la calma, ya que no quería alarmar a Pino:
-¿Quieres que le diga algo a tu madre de tu parte? -preguntó ella para cambiar de tema- debo ir a casa de tu tía a hacerle un par de preguntas.
-Me gustaría que terminase pronto todo esto -respondió ella- no quiero que mi madre sufra más, quiero aceptar las consecuencias.
Julia asintió, dijo que era un procedimiento normal, todo debía ser investigado, por lo tanto debería aguantar un poco más, pero que le daba su palabra de que no haría más difícil a su madre las cosas. Esta se tranquilizó y de repente notó que Julia estaba aminorando la velocidad:
-Es aquí, en esa puerta de ahí -señaló Julia- toma la llave y entra. Vengo enseguida, que tengo que aparcar el coche.
Pino la tomó con dudas, mirándola en la palma de su mano y agarrando la mochila con fuerza. Escucharon el claxon y Julia le dijo que se diese prisa, que los vecinos eran muy impacientes. Cerró la puerta y corrió para subir a la acera. Probó todas las llaves, hasta que escogió la correcta. Todo estaba oscuro, se echó la mochila a la espalda y la cerró con cuidado. Tragó saliva, no conocía el lugar y le daba vergüenza. Cuando dio unos simples pasos, se tropezó, tirando un par de botellas al suelo, que rodaron. Se quedó quieta, sin respirar, hasta que vio como la pantalla de un móvil se iluminaba. Una chica asiática, juntando más sus ojos, miraba la hora que era mientras refunfuñaba. Se sentó en el sofá y miró a su alrededor, descubriendo a Pino:
-¡¿Quién eres?! -gritó a Pino mientras se ponía las gafas- ¡Qué haces aquí dentro!
Todas se sobresaltaron, alguna se dio alguna que otra patada y todas acabaron descubriendo su presencia. Pino trató de responder, pero todas hacían tantas preguntas, que solo se callaron cuando escucharon el timbre. Pino abrió la puerta y Julia entró:
-¿A qué vienen estas voces a las 2 de la mañana? -cerró la puerta nada más entrar- ¿Estáis locas?
Todas se miraron entre sí y al ver el desorden, vieron la que se les iba a venir encima. Julia se fijó a su alrededor, habían montado una fiesta. Ella subió las escaleras, abriendo la puerta de su habitación, viendo que había alguien encima de su cama. Lo cogió del pescuezo, empujándolo fuera mientras lo seguía de cerca, bajando las escaleras:
-¡Qué dije sobre mi habitación! -se enfadó- ¡No sois conscientes de nada!
Nadwa pidió disculpas mientras se ponía bien su hijab. Julissa dijo que había sido ella, que había invitado a un par de amigos y la cosa se fue de madres, ya que la gente empezó a llamar a otros, hasta que todo se descontroló y pensaron que las cosas podrían controlarlas mejor. Mónica se quejó del dolor de cabeza y tomó la botella de whisky de encima de la mesa, pegó el último sorbo y la volvió a dejar encima:
-Me voy a dormir la mona -dijo dando una palmada en el hombro de Julia- encantada de conocerte, aunque no tenga ni puta idea de tu nombre.
Pino se quedó mirando, notando que no se llevaría muy bien con esa chica. La inspectora la tomó del brazo y negó con su cabeza, asegurando que ayudaría a limpiar todo ese estropicio. Miró a las demás y aseguró, que tanto ella como Pino dormirían, mientras ellas dejaban todo aquello como los chorros del agua. La acompañó escaleras arriba, pasando por los pisos, hasta que llegaron al último:
-Esta es tu habitación ¿Mola eh?
Pino asintió, dejando sus cosas en la cama que no iba a utilizar. Se sentó en la otra y notó que era bastante cómoda. Julia le mostró dónde tenía el baño, diciendo que tenía mucha suerte, ya que ellas dos eran las únicas con baño propio:
-¿Quién duerme en la misma planta que tú entonces? -preguntó con curiosidad-
-Esa habitación está reservada para una gran amiga mía -respondió- no sé si querrá volver a España, una larga historia.
Caminó hacia el cuarto de baño, encendiendo la luz. Le explicó las características y volvió a salir, dándose cuenta de que faltaba algo detrás de la estantería. Se quedó de piedra, haciendo que Pino quisiera saber que ocurría, pero decidió no responder, solo sonreir.
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