CAPÍTULO 5 - DIENTES DE LEONA
Contó los escalones, hasta que se quedó en la primera planta, lugar donde estaba la habitación de Julia. Concepción se quedó mirando la puerta, llevaba así desde hacía semanas. La inspectora se había cerrado completamente al mundo. Olya le seguía los pasos, mientras se ponía una camiseta y cuando se topó con su compañera de planta, le preguntó si iba a llamar a la puerta:
-¿Crees que deberíamos hacerlo? -preguntó Concepción- sabes como es Julia, no tiende a abrirse a los demás.
Olya se acercó y levantó el puño, pero antes de hacerlo, escucharon como Julissa les pedía que diesen tiempo a Julia, que estaban siendo muy entrometidas. Tomó a las dos de los brazos y las bajó al salón:
-Esperad mientras preparo el desayuno -dijo Julissa dejándolas en el sofá-
Liu bajó las escaleras con prisa, con la mochila en una de sus manos. Le pidió disculpas a Julissa, ya que tomaría el desayuno por el camino, la abrazó por detrás y se despidió de las otras chicas:
-Malditas prisas de la china -se quejó Mónica mientras se rascaba la cabeza y bostezaba- ha revolucionado todo el edificio joder.
-Por lo menos no se pone a jugar con el volumen todo alto -dijo Nadwa a regañadientes y poniéndose su hijab- la gente duerme.
Mónica, nada más pisar la planta principal, se quedó mirando a Nadwa, que pasó por su lado sin decir nada. Se puso al lado de Julissa y le preguntó si necesitaba que la ayudase:
-Podrías limpiar esos platos -dijo Julissa señalando el fregadero- ayer se nos fue la noche de chicas de las manos y nadie realizó sus tareas.
-¡Mia culpa! -dijo Adriana desde la primera planta- ¡Me pasé con el alcohol!
Pegó un salto y dio los buenos días a todas. Corrió al lado de Nadwa, que rápidamente se repartieron las labores de lavado y secado. Monica se acurrucó al lado de Concepción, que esta comenzó a acariciarle la cabeza, mientras miraba a todas las chicas:
-¿Y Elina? -preguntó mientras levantaba su ceja- ¿Aun no se ha levantado de la cama?
Adriana, con un plato en la mano, explicó que pasó una mala noche, porque sigue sin poder lidiar con las bromas pesadas de Mónica. Concepción miró a su pareja y esta miró hacia otro lado, mientras se incorporaba y se ponía sus zapatos de estar por casa. Salió al exterior de la casa y notó como Concepción la seguía:
-¿Tanto te cuesta convivir con otras personas? -susurró para no armar escándalo- ¿No puedes cambiar? ¿Aunque sea por mí?
Julissa, al ver como discutían, negó con la cabeza. Nadwa miró a Adriana, asegurando que Concepción perdía el tiempo con Mónica, que de seguro que estaría mejor con Olya, pero no entendía como podían haber terminado las cosas así:
-No hableis en nombre de la gente -respondió Olya mientras tomaba los cubiertos- si Concepción aguanta tanto por Mónica, es porque la quiere.
-¿Crees que es justo lo que aguanta Conce? -preguntó Adriana- ¿No te preocupa en lo más mínimo?
Olya asintió mientras ponía los cubiertos en la mesa. Le gustaría que las cosas fueran distintas, pero que ella no podía obligar a Concepción a abrir los ojos. Julissa terminó de cocinar, puso cada cosa en los platos correspondientes y dijo que iría a llevar a Julia el suyo. Salió de la cocina, pasó por delante de la mesa y subió las escaleras. Abrió el pomo de la puerta y nada más entrar, pudo ver que Julia estaba en su ordenador portátil, tumbada en la cama y rodeada de miles de documentos:
-¿Crees que ese es un buen ambiente de trabajo? -preguntó Julissa acercándose con el plato para dejarlo en la mesilla- por lo menos abre la ventana, te vas a quedar ciega.
Subió la persiana y retiró las cortinas, haciendo que la luz la dejara ciega. Vio como el polvo en suspensión la rodeaba. Julia le agradeció todo lo que hacía por ella, a lo que Julissa dijo que no era para tanto, solo le devolvía los miles de favores que la inspectora había hecho por ella:
-¿Algo en claro? -preguntó mientras se sentaba en la cama-
-De momento poco, como se notan los recursos de la comisaria -respondió ella mientras se concentraba en la pantalla-
-No me refiero a eso, si no a tu baja por depresión...
Julia se quedó callada. Tomó aire y aseguró que dependía del psicologo, ya que cada semana tenía que ir a una vez como mínimo, a explicar su situación, como se sentía y esas chorradas:
-No creo que sea conveniente que estés investigando sobre su muerte -dijo Julissa en un tono preocupado- la tienes en mente todos los días... eso no es hacer un duelo como toca...
-¿Es mejor olvidarla? -preguntó Julia mientras la miraba fijamente-
-Te recuerdo que tú fuiste la que me animaste a olvidarme de aquellos, que por buscar un futuro en este país, acabaron en el estrecho... -susurró- muchos de ellos, mi familia...
Julia enmudeció. No recordaba aquello, solo se había centrado en ella misma. Dejó el portátil a un lado, para dejar de estar echada y sentarse a su lado:
-Mira oye... lo siento. Siempre creí que nunca me volvería a afectar la muerte de un ser querido... pero no es fácil.
-No tienes por qué disculparte -le sonrió Julissa- solo quiero que recuerdes como nos apoyaste a nosotras y como debes emplear eso mismo, en ti misma... no somos tan distintas ¿Recuerdas?
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