CAPÍTULO 6 - DIENTES DE LEONA

     Era de madrugada, todo estaba en silencio, todas las chicas ya se habían ido a dormir. Suspiró y se sentó en la cama. Vio cómo su escritorio estaba lleno de platos sin fregar. Los tomó y bajó a la planta principal. Cuando la pisó, escuchó una serie de ronquidos. Se trataba de Adriana y Elina, que se habían quedado dormidas en el sofá. Dejó los platos en la mesa y se acercó a recoger la mesa del café, que estaba llena de bolsas de papas y vasos sin terminar. Tiró los restos a la basura y los platos en el fregadero, tenía en mente limpiarlos, pero le daba pena despertarlas. Cogió una fruta y con cuidado, abrió la puerta de la calle. La dejó abierta de par en par y se sentó en el escalón. Le pegó un mordisco a la manzana mientras recordaba detalles de su propia investigación. El caso de Luna, era desconcertante, un accidente, dos siniestros pero solo una víctima, ningún culpable, estaba desaparecido. La grabación no mostraba nada de lo sucedido, parecía como si hubiera sido un accidente fantasma, un espejismo, pero no lo era, ella ya no estaba. Tomó aire e intentó relajarse, salir de su habitación aun le era imposible, la ansiedad la abordaba. Pegó otro mordisco, esta vez más grande que el anterior y se concentró en alimentarse, el primer paso que debía dar para recuperarse. De repente, notó que estaba siendo observada. Miró para todas partes, en el interior de la casa, así como fuera de esta, pero no encontraba nada sospechoso. Creyó estar volviéndose loca. Insegura de quedarse allí, volvió adentro, pero nada más hacerlo, antes de cerrar la puerta, pudo ver por el hueco como alguien la observaba desde el interior de un coche. Cerró y echó la llave, quedándose pensativa:

    -¿Pasa algo? -preguntó Elina mientras se quitaba de encima de Adriana-

    -Solo he salido a tomar el aire -respondió Julia mientras tiraba la manzana en la basura- id a dormir a vuestras camas.

Subió los escalones de dos en dos, hasta entrar dentro de su habitación. Tomó su teléfono y mensaje a Yaron. Este no tardó en contestar. <<¿Crees que te vigilan por qué mientes en tu depresión?>> preguntó este. Julia negó con su cabeza y tecleó su respuesta. No creía que fuera por eso, si no que temían que estuviera investigando el caso, y esa información solo se podría saber por él y por Carmen. Este al leer el mensaje, dijo que no era capaz de hacer eso. Al ver que estaba despierto, decidió llamarlo:

    -¿Me crees capaz de eso? -preguntó Yaron en voz baja-

    -No, pero entiendeme, que alguien me este investigando no es plato de buen gusto -reaccionó ella- 

    -¿Estás segura de que te vigilaba a ti? -se escuchó un mechero y un suspiro- ha podido ser casualidad.

Julia le pidió que le pasara a Carmen. Este se quedó en silencio, hasta que le preguntó como había sabido que estaba junto a ella:

    -Si estuvieses con tu pareja de verdad, no me habrías respondido, es necesario por favor.

Escuchó como el teléfono se rozaba contra algo. Carmen respondió aun dormida:

     -¿Se sabe algo más sobre el caso de Luna? -preguntó esta-

     -¿Crees que son horas para preguntarme? -se escucharon los muelles de la cama- ¿No puedes esperar a mañana?

Julia espetó que no, que no podía dormir, necesitaba ocupar su mente. Carmen suspiró y dijo que le tomaría un momento. Le colgó y Julia se quedó hablando sola, iba a llamar, pero de repente vio como la pantalla se iluminaba. Tenía un nuevo email, se trataba de Carmen. Dejó el móvil encima de la cama y se sentó delante del portátil. Los repetidores habían establecido el último punto donde había estado, ya que había llamado a alguien. Se encontraba a media hora del lugar del siniestro. Buscó en internet un mapa de la zona, con un programa de edición de fotos, empezó a trazar todos los caminos posibles. Muchas de esas calles tenían cámaras de seguridad, por lo tanto, sería fácil de saber si hizo el recorrido sola o en algún punto se encontró con alguien. Redactó un email deprisa y corriendo, explicando que tenían que hacer y cerró la tapa. Se tumbó en la cama y les mandó un mensaje, diciendo que les había enviado un correo.


     Todas se encontraban sentadas en la mesa, desayunando, como cualquier otro día. Escucharon unos pasos en las escaleras. Vieron como Julia bajaba por ellas y se hacia una coleta:

     -¿Y mi desayuno? -preguntó Julia mientras las miraba-

Olya aseguró que no sabía si iba a bajar, que se lo iba a preparar luego, antes de marcharse a trabajar, pero la inspectora le dijo que no se preocupara, que tomaría algo para llevar. Se acercó a la cocina y tomó unas cuantas barritas de muesli, así como que se puso a preparar un termo de café. Julissa se levantó de la silla y se acercó:

    -¿A dónde vas? -preguntó ella- Aun no puedes ir a trabajar.

    -¿Quién ha dicho que vaya a hacerlo? -le guiñó el ojo- solo voy a ir a visitar a un viejo compañero, nada más.

Julissa se preocupó, pero no quería estropear aquel momento, en un mes era la primera vez que accedía ir a otro sitio más que al psicólogo, le pidió que tuviese cuidado.

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