CAPÍTULO 7 - DIENTES DE LEONA

     Rivas estaba enfrente de ella. Ella había llevado un par de cafés, así como que se había quedado estupefacta con su nuevo despacho. Era muchísimo más grande que el de la comisaria Tomé. Su exsuperior era conocedor de la fatídica noticia, fue informado por la comisaria, seguía sin poder creérselo. Tomaron asiento y Rivas tomó lo que le había traído. Tomó un sorbo y se la quedó mirando:

    -¿Tengo algo en la cara? -se palpó las mejillas- ¿Por qué me miras así?

Rivas suspiró y dijo que habían sido muchos años trabajando con ella, que sabía de sobra que quería algo. Julia se acomodó en la silla y tardó de armarse en valor, pero él sabía lo que quería:

    -Sé los detalles del caso -murmuró- la comisaría me lo estuvo comentando, asi por encima. 

     -¿De qué trataba el caso? -se le encendieron los ojos- necesito saberlo.

Rivas aseguró que no era un caso difícil. Niños problemáticos que acaban en las filas de organizaciones neonazis. No entendía cómo esos papeles eran de interés, pero confiaba en que allí dentro, pudiese haber información de alguien importante en la sociedad española, que no quería salir a la luz, pero cuando lo pensó mejor, le dijo que no le hiciera caso, que eran demasiadas conjeturas:

   -Sabes que cuando el rio suena, agua lleva... nunca te has equivocado cuando has pensado cosas raras...

    -Sí, tienes razón, pero ya no es mi responsabilidad -apoyó su mano sobre la mesa- ahora mismo, mis casos son más... nacionales, no sé si me entiendes, esto debería trascender para que estuviera entre mis manos, pero si lo hace, tú no podrías acceder a toda la información ¿Entiendes?

Julia bajó el tono de su voz, explicando que ella trabajaba a escondidas con su equipo, durante su baja por depresión, que lo llevaba con sumo cuidado, pero de repente, se quedó en silencio:

    -¿Qué ocurre? -dijo Rivas- ¿Has recordado algo importante?

   -Ayer mis sentidos se encendieron -respondió ella en voz baja- noté que alguien estaba mirando.

Rivas no podía creer que hubiese salido de casa, a jugar a los detectives, pero ella aseguró que no lo hizo, había estado encerrada en su habitación hasta esa misma madrugada, que decidió salir para tomar algo el aire y hacer un poco de vida:

    -Me quedé en la entrada de mi casa -chascó sus dedos- me puse en alerta.

   -Puede ser una imaginación tuya, tu salud mental no está bien -explicó- puede que al mínimo sonido, tu cuerpo reaccionase y se pusiera de ese modo.

    -Dejemos hablar de mi -se asqueó un poco- ¿Puedes darme algún detalle?

Juntó las palmas de su mano y se lo pidió por favor, que sería una tumba. Rivas no sabía si iba a hacer lo correcto, abrió uno de sus cajones, sacó un bloc de notas y tomó un bolígrafo. Apuntó una dirección y se la mostró, deslizandola con los dedos por la mesa hasta que ella pudiera leerla:

    -¿Este lugar? ¿Qué es?

    -Es un club clandestino, pero no te preocupes, no necesitas contraseña ni nada. Esta llevado por un grupo, de los más notorios de la capital, que se hacen llamar "Feroces por el Reich", cuando entres verás toda la temática nazi y lo pinzados que están... así que ten cuidado, eres un caramelito en medio de una piara de niños desalmados.

    -Osea, la contraseña soy yo misma ¿Verdad? -dijo mientras se guardaba el papel en el interior del bolsillo- el pan de cada día para una piva.

    -Por eso te he dicho que tengas cuidado -explicó este- pero antes de que te vayas, toma esto, el canal 5 es privado.

Julia lo agarró, escondiéndolo en el interior de la chaqueta y le preguntó si le iba a decir algo más. Rivas volvió a repetirle que tuviese cuidado, que no quería perder a otra camarada.

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