CAPÍTULO 8 - DIENTES DE LEONA

     El chico le entregó las llaves, diciendo que por lo que le había pagado, era lo único que podía alquilar. Se trataba de un golf antiguo, de color gris y un poco destartalado, un coche ideal para pasar desapercibida. Le preguntó si todo estaba en orden, a lo que el joven asintió, diciendo que la ITV estaba pasada y que había pasado por revisión hacía poco: 

     -Bueno, ahora tendré que rellenar los datos -explicó mientras tecleaba en su ordenador- ¿Nombre?

     -Soy Concha Martinez Gomez -respondió Julia con total seguridad- mi documento de identidad, es el siguiente.

Dijo una secuencia de números, pensando para no sobrepasarse y eligió la inicial de su nombre real, para no dudar demasiado. El chico lo escribió todo y le pidió una dirección. Aseguró que era de otra provincia, así que se inventó los datos de un pueblo inexistente, sin llamar la atención del joven. Cuando terminó la toma de datos, le entregó las llaves y ella le pagó en efectivo. Le dio las gracias y esta se dio prisa en ir al garaje. Entró en su interior, dejando la mochila en el asiento del copiloto. Miró por el espejo retrovisor, el chaval aún estaba mirando, así que decidió marcharse e irse de allí.

Tomó un camino por donde sabía que no habían cámaras. Se paró en la cuneta y suspiró. El cuero cabelludo le picaba demasiado, se sacó la gorra y la peluca comenzó a emerger, se la sacó y comenzó a rascarse como una desquiciada. Cuando se sació, suspiró y tomó el comunicador, estableciendo el canal privado. Esperó a que este contestara y cuando lo escuchó, le explicó la situación:

     -¿Qué eres? -comentó Rivas en voz baja- ¿Una fugitiva? 

     -Con una melena rubia digna de los 80 -respondió ella- tranquilo, no es la primera vez que me siento así.

Rivas aseguró que no quería saber los detalles de la antigua vida de Julia, pero le pidió que tuviese cuidado y que no diese el cante. La inspectora aseguró que lo tenía todo bajo control, que tomaría otro look cuando estuviese cerca de la escena:

     -Allí si que pueden haber camaras de seguridad, debes ser cuidadosa.

     -Pasaré de ser Concha, a María, tranquilo... no hay fallo posible.

Rivas se quedó en silencio y cuando reaccionó, tuvo que colgar. Julia apagó el canal y dejó todo dentro de la mochila. Miró la hora y aun debía dejar que pasara cierto tiempo, ya que quería ir de noche, ya que la vigilancia sería muchísimo mejor a esas horas. No quería encender su teléfono, ya que la podían situar en un lugar que levantaría sospechas. Abrió su puerta, con tal de reconocer el lugar y sus dotes como policía, le ayudaron a saber donde se encontraba. El área de servicio más cercano se encontraba a unos cuantos km. Volvió a dentro y arrancó para ponerse en marcha. 

Se tomó el último café de la noche. Mandó un mensaje a las chicas para que estuviesen tranquilas. Se había inventado la excusa de que había ido al cine y que apagaría su teléfono, ya que no quería ser interrumpida. Fue al aseo, vació su vejiga y antes de salir, se cambió de ropa, a una de poligonera. Se echó la mochila a la espalda, se miró en el espejo, se hizo una coleta con su pelo real y se maquilló, así como puso piercings falsos. Salió de allí, evitando mirar a la cara a nadie y cuando salió, caminó hacia el coche. Se metió dentro, ajustó el espejo retrovisor y se puso el cinturón. Pegó un volantazo y tomó la primera salida, rumbo hacia el club de carretera. La noche estaba tranquila, pocos coches, llegó tras una media hora de conducción. Estacionó cerca, en un lugar donde podía ver y era protegida por la oscuridad de la noche. Tomó el walkie, abrió el canal número 5 y esperó a que le contestara:

   -¿Te encuentras ya en el lugar? -preguntó mientras parecía estar somnoliento-

   -A la espera de cualquier señal sospechosa -respondió ella mientras observaba la puerta- veo algunas caras conocidas.

   -El tráfico de drogas pasa por las manos de todos ellos -dijo este mientras jugaba con un bolígrafo- puede que te encuentres con algún cargamento sorpresa.

    -Sería lo ideal, la excusa perfecta para entrar y ponerlo todo patas arriba -se apoyó en el asiento mientras sostenía el walkie- será una noche muy larga.

    -¿Te mando refuerzos? -preguntó Rivas- tengo a unos amigos que están fuera de servicio.

Julia le dijo que no hacía falta, ya que de momento solo estaba observando el lugar, que por ahora, tomaría nota de todo lo que le pareciese extraño. Rivas se despidió, ya que aseguraba que tenía que descansar, así que le deseaba suerte.

Había pasado un par de horas en la madrugada, todo había estado algo tranquilo, hasta que vio a un par de muchachas caminar junto a dos chicos. Parecía un grupo de jóvenes normales, pero Julia había estado viviendo con muchos de ellos y sabía notar la complicidad de estos. Esas muchachas no conocían a esos chicos, estaban siendo atraídas a la boca del lobo, ese era el presentimiento de Julia. Tomó el walkie, informando de la situación a Rivas y sin dejarle réplica alguna. Dejó el comunicador en la guantera y tomó la pistola, que dejó en la parte de detrás de su pantalón, escondiendola con su chaqueta boomber por encima. Tomó un chicle, se aseguró que su look estuviera apunto y salió hacia la puerta del club. Al entrar, una luz de color rosa le molestó a la vista. Casi todas las mesas estaban ocupadas por hombres rudos y sudorosos, intentando sobrepasarse con alguna de las camareras. Paseó por allí, intentando ver donde se encontraban esas chicas, pero no habían rastro de ellas. Notó como alguien le daba una palmada en el culo y cuando se volteó, pudo ver como el señor se quedaba pálido. Había notado que tenía una pistola en su poder:

    -¿Qué mira? -dijo con una voz ruda- 

    -Nada nada... -levantó las manos- pensaba que eras una de las camareras.

Julia notó que estaba sospechando de ella, así que tendría que salir de allí cuanto antes. Siguió caminando, mirando hacia todos los lados, hasta que descubrió que había una zona vip. Estaba sin vigilancia, así que decidió entrar, pero antes de que pudiese pasar, alguien le puso una mano en el hombro. Intentaron echar mano a su pistola, pero ella se volteó con rapidez, la tomó y se la puso en la frente. 

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